Los conceptos de Política, Moral y Razón de Estado en Maquiavelo
Introducción:
Quién mejor que el propio Maquiavelo para
introducirnos en la conceptualización realista de la política. Hablando de la
patria, el florentino dice: “…cuando hay
que resolver acerca de su salvación, no cabe detenerse por consideraciones de
justicia o de injusticia, de humanidad o de crueldad, de gloria o de ignominia.
Ante todo y sobre todo, lo indispensable es salvar su existencia y su libertad.”1
Maquiavelo es un realista de la política, lo
deja en claro cuando expresa: “…me ha
parecido más conveniente ir tras la verdad efectiva de la cosa que tras su
apariencia,… muchos se han imaginado como existentes de veras a repúblicas y
principados que nunca han sido vistos ni conocidos…”2 No es
exagerado acoger la obra de Maquiavelo como la primera obra realista de
política3 en oposición a las de filosofía política escritas por
Platón, Aristóteles, Polibio, Cicerón, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y
Marsilio de Padua. La obra de Maquiavelo es avalorativa, si acaso fue el
primero que logró despojar el análisis de la política, de la influencia o
visión religiosa y, por lo tanto, de la moral con que se le estudiaba con
anterioridad a su tiempo, en ese sentido, toda vez que entiende y trasmite la
política como un saber autónomo, distinto e incluso independiente de la
religión y la moral, es un análisis científico-político, o, si se prefiere, de
ciencia política. Como él mismo lo expresa, se alejó del cómo debe ser el Estado, para analizar y explicar el cómo es el Estado: “Queda ahora por analizar cómo debe comportarse un príncipe en el trato
con súbditos y amigos. Y por que sé que muchos han escrito sobre el tema, me
pregunto, al escribir yo ahora, si no seré tachado de presuntuoso, sobre todo
al comprobar que en esta materia me aparto de sus opiniones.” 4
Moral y Razón de Estado
Dos son las razones en que fundamenta
Maquiavelo lo que conocemos hoy como Razón de Estado5, su visión
acerca de que los hombres son perversos por naturaleza6, y su principalísima preocupación en relación con
la preservación y la grandeza del Estado, que es el leitmotiv en y de El Príncipe. El pesimismo antropológico
de Maquiavelo se hace patente en la sentencia: “… de la generalidad de los hombres se puede decir esto: que son ingratos,
volubles, simuladores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro. Mientras les
haces bien, son completamente tuyos,…pues… ninguna necesidad tienes de ello;
pero cuando la necesidad se presenta se rebelan.”7 La
preocupación por la conservación del estado, se encuentra plasmada y dispersa a
todo lo largo de todo El Príncipe.
En función de las razones expuestas, Maquiavelo
considera la labor del gobernante8 como la única y necesaria vía
para dominar la natural perversidad del ser humano y el Estado como el ámbito
de realización de ella, así, el gobernante no puede comportarse como cualquier
hombre, porque le es debido, como labor última, conservar su estado. Al hombre
de estado,9 para conservar su estado, le esta permitido recurrir a
cualesquiera medios considere necesarios para su consecución; no importa si los
medios de que se vale son basados en las leyes o, únicamente, en la fuerza, si
son legítimos o repudiados, si son justos o injustos, si son nobles o viles, de
acuerdo con Maquiavelo, tiene sólo dos maneras de lograrlo, una, con las leyes,
otra, con la fuerza, la primera es la manera distintiva de hombre, la segunda
de las bestias.10
Es en la segunda de estas maneras, la de la
fuerza, distintiva de las bestias, en la cual queda claro el planteamiento y la
conceptualización moral de Maquiavelo, la moral de la política, y no podría ser
de otra forma, pues es la política, y no otra cosa, el objeto de análisis del
florentino. Cuando el gobernante “… se ve
obligado a comportarse como bestia, conviene que… se trasforme en zorro y en
león, por que león no sabe protegerse de las trampas ni el zorro protegerse de
los leones. [Cuando se es gobernante, se debe],… ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos”11,
de ahí que la moral que le aplica al gobernante no es la misma moral que la del
resto de los hombres, no puede exigírsele que se comporte como se le exige que
se comporte al gobernado.
Maquiavelo plantea la moral del Príncipe, no como una moral contraria a
la moral del resto de los hombres, sino distinta, de otra especie; para él, la
moral de la política es una moral realista, que
es, y que no puede ser valorada en razón de juicios estimativos como: lo
que debiera ser bueno, o justo. La moral política, condicionada por la lógica
de la razón de estado, es decir, por la necesidad de conservar el estado,
justifica, en el gobernante, la realización de actos que la moral común
condenaría, en ese sentido, es una moral que no permite idealizar el deber ser.
Política, Poder y Fuerza
Maquiavelo distingue, con claridad, el
ejercicio de la política de cualquier otro quehacer social del hombre,
incluido, claro está, el espiritual. Plantea la política como el conjunto de
las relaciones que enmarcan la lucha de los hombres por el poder, es decir la
relación entre sujetos encontrados. En el príncipe, las formas de gobierno no
son el tema central, de hecho, la discusión respecto a las mismas es
despreciada por su autor: “Dejaré a un
lado el discurrir sobre las repúblicas… Me dedicaré sólo a los principados,…
establecer cómo pueden gobernarse y conservarse tales principados.”12
Por lo que hace al poder, conceptualiza este
como el ejercicio de dominio sobre las cosas, incluidos territorios y
semejantes. Hemos establecido líneas arriba la visión negativa que del hombre
tiene Maquiavelo, en base a ello, en distintos momentos y a lo largo de El Príncipe, aconseja al gobernante
disponer medios de coacción, incurrir en la infamia de vicios necesarios13, ser más temido
que amado14, o ser a la vez el zorro y el león15, todos
estos señalamiento están encaminados no ha la consecución del poder, sino a la
conservación del mismo, en ese sentido, más que un tratado de política, El Príncipe, es un tratado sobre el
poder y la fuerza que se hace necesaria, en el ámbito de lo político, para la
conservación de éste.
Finalmente, se hace inevitable valorar el
concepto de fuerza, en relación con lo necesario de su uso, es decir, aun
cuando Maquiavelo recomienda al gobernante ser prudente, si requiere usar la
fuerza, debe hacerlo, porque esta es un instrumento de la razón de estado.16
NOTAS:
1. Maquiavelo,
Discursos Sobre La Primera Década De Tito Livio, Libro III, Capítulo XLI, en:
Constitución WEB, blog publicado por Dres. Juan O. Pons y N. Florencia Pons
Belmonte, pág web: http://constitucionweb.blogspot.mx/2011/07/discursos-sobre-la-primera-decada-de_11.html#more.
2.
Maquiavelo,
El Príncipe, Editorial Porrúa, vigésima primera edición, México 2003, pág. 39.
3. Para
Maquiavelo como pionero del realismo político, véase Bobbio en el ensayo: Marx, el Estado y los clásicos, en Norberto
Bobbio: El Filósofo y la Política, Antología a cargo de José Fernández
Santillán, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, pág. 77.
4.
Maquiavelo,
El Príncipe, Editorial Porrúa, vigésima primera edición, México 2003, pág. 39.
5.
En
toda su obra, Maquiavelo nunca alude a tal nominación. Omar Guerrero comenta,
que de acuerdo con García Pelayo, fue Guiccardini hacia 1521 quien primero hizo
uso del término razón de estado, Notas sobre la Teoría de la Razón de estado,
1989, pág.35.
6.
Maquiavelo,
op cit., pág. 43.
7.
Maquiavelo,
Ibídem, pág. 42.
8.
Aludo
al gobernante como sinónimo de: el
príncipe en Maquiavelo, quien es, de acuerdo con Bobbio, “… en general
cualquier detentador del sumo poder político”. Bobbio, op. cit. pág. 145
9.
Al
príncipe, diría Maquiavelo
10. Bobbio
establece aquí el núcleo duro de la llamada doctrina de la razón de estado. Op.
cit., pág. 145.
11. Maquiavelo,
op cit., pág. 44.
12. Maquiavelo,
Ibídem, pág. 3. No hay, efectivamente, discusión alguna en El Príncipe,
respecto a la comparación entre república y monarquía.
13. Maquiavelo,
El Príncipe, capítulo XV.
14. Maquiavelo,
El Príncipe, capítulo XVII.
15. Maquiavelo,
El Príncipe, capítulo XVIII.
16. Maquiavelo,
El Príncipe, capítulo XIX.
BIBLIOGRAFÍA:
- Bobbio Norberto, MARX, EL ESTADO Y LOS CLÁSICOS, El Filósofo y la Política, Antología, José Fernández Santillán, Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
- Braun, Rafael. Reflexión política y pasión humana en el realismo de Maquiavelo, En publicación: Fortuna y Virtud en al República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. Tomás Várnagy Clacso, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2000. Disponible en la web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/mauiavelo/braun.pdf
- Guerreo, Omar, Notas sobre la Teoría de la Razón de estado, Revista de la Academia de la Investigación Científica, Colegio, México, 1989, Vol. 40, Núm. 1, p. 31 a 38.
- Maquiavelo, DISCURSOS SOBRE LA PRIMERA DÉCADA DE TITO LIVIO, Libro III, Capítulo XLI, en: Constitución WEB, publicado por Dres. Juan O. Pons y N. Florencia Pons Belmonte, pág. web: http://constitucionweb.blogspot.mx/2011/07/discursos-sobre-la-primera-decada-de_11.html#more.
- Maquiavelo, EL PRÍNCIPE, Editorial Porrúa, vigésima primera edición, México 2003.
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