SERIE DE APUNTES SOBRE DIVERSOS TEMAS DEL DERECHO Y LA POLÍTICA, APUNTES QUE SIN PRETENSIÓN ALGUNA ABORDAN VARIADOS TÓPICOS

Abelardo González Zamudio

domingo, 18 de noviembre de 2012

La democracia como expectativa


Es un error sacar a la democracia del ámbito de lo puramente político.

La democracia es un método que permite formar y tomar las decisiones colectivas y obligatorias que toda asociación de hombres requiere, es decir, es una forma de gobierno, o, si se prefiere, una forma de operación del sistema político.

La democracia, en contraposición a la autocracia, permite la participación del mayor número de individuos, en las condiciones más igualitarias posibles.

Cuando sacamos a la democracia del ámbito político, y la llevamos a otros terrenos del actuar del hombre, como pueden ser: la economía, la cultura o la sociedad (como un todo), entonces ponemos en peligro a la democracia como lo que, una forma de gobierno. Cuando la democracia es sacada del contexto de la política, normalmente se usa para engalanar a otras voces de las ciencias del hombre, por ejemplo, se habla de: "cultura democrática", "economía democrática", "familia democrática", en el colmo, "empresa democrática", en esta última expresión, la de "empresa democrática" ¿quien decide a que se dedica la empresa?  o, en otro de los extremos: "deporte democrático". 

El peligro está en la generación de las expectativas. Por clientelismo, casi siempre político, se generan muchas expectativas en torno al término democracia. Expectativas que después de fracasar tienden a generar desencanto con el método democrático.

Adjetivar de democrática a una sociedad, o a cualesquiera de las actividades del ser humano, implica visualizarla como un sistema ideal. Cuando se adjetiva cualquier actividad como democrática, estamos generando, en torno a esta última, un cúmulo de expectativas. Al adjetivar, por ejemplo, a una sociedad de democrática, se presenta a la democracia, como la panacea generadora de una igualdad que está fuera de su alcance.

La democracia es el método, no la decisión, cuando lo decidido es erróneo, no fracasa la democracia como método para formar y tomar decisiones, fracasa la decisión, ya por incompetencia del o los que ejecutan las decisiones, ya por inexperiencia o ya por cualesquiera otros motivos, incluida la decisión misma. Las expectativas deben formarse a partir de la idea, no del método. Debería ocurrir lo mismo que con la ciencia y su resultado, cuando este es un fracaso, la ciencia queda a salvo, finalmente es sólo el método.

Es preferible mantener a la democracia en el terreno puramente del quehacer político: allí donde existe un método pacífico para elegir gobiernos por el principio de mayoría, respetando y garantizando los derechos de las minorías, principalmente el derecho a convertirse en gobierno, existe un sistema político democrático, no una sociedad democrática.