Es un error sacar a la democracia del ámbito de lo puramente
político.
La democracia es un método que permite formar y tomar las
decisiones colectivas y obligatorias que toda asociación de hombres requiere,
es decir, es una forma de gobierno, o, si se prefiere, una forma de operación
del sistema político.
La democracia, en contraposición a la autocracia, permite la
participación del mayor número de individuos, en las condiciones más
igualitarias posibles.
Cuando sacamos a la democracia del ámbito político, y la
llevamos a otros terrenos del actuar del hombre, como pueden ser: la economía,
la cultura o la sociedad (como un todo), entonces ponemos en peligro a la democracia
como lo que, una forma de gobierno. Cuando la democracia es sacada del contexto
de la política, normalmente se usa para engalanar a otras voces de las ciencias
del hombre, por ejemplo, se habla de: "cultura democrática",
"economía democrática", "familia democrática", en el colmo,
"empresa democrática", en esta última expresión, la de "empresa
democrática" ¿quien decide a que se dedica la empresa? o, en otro de los extremos: "deporte
democrático".
El peligro está en la generación de las expectativas. Por
clientelismo, casi siempre político, se generan muchas expectativas en torno al
término democracia. Expectativas que después de fracasar tienden a generar desencanto
con el método democrático.
Adjetivar de democrática a una sociedad, o a cualesquiera de las
actividades del ser humano, implica visualizarla como un sistema ideal. Cuando
se adjetiva cualquier actividad como democrática, estamos generando, en torno a
esta última, un cúmulo de expectativas. Al adjetivar, por ejemplo, a una
sociedad de democrática, se presenta a la democracia, como la panacea
generadora de una igualdad que está fuera de su alcance.
La democracia es el método, no la decisión, cuando lo decidido es erróneo, no fracasa la democracia como método para formar y tomar decisiones,
fracasa la decisión, ya por incompetencia del o los que ejecutan las
decisiones, ya por inexperiencia o ya por cualesquiera otros motivos, incluida
la decisión misma. Las expectativas deben formarse a partir de la idea, no del
método. Debería ocurrir lo mismo que con la ciencia y su resultado, cuando este
es un fracaso, la ciencia queda a salvo, finalmente es sólo el método.
Es preferible mantener a la democracia en el terreno puramente
del quehacer político: allí donde existe un método pacífico para elegir
gobiernos por el principio de mayoría, respetando y garantizando los derechos
de las minorías, principalmente el derecho a convertirse en gobierno, existe un
sistema político democrático, no una sociedad democrática.
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