SERIE DE APUNTES SOBRE DIVERSOS TEMAS DEL DERECHO Y LA POLÍTICA, APUNTES QUE SIN PRETENSIÓN ALGUNA ABORDAN VARIADOS TÓPICOS

Abelardo González Zamudio

martes, 20 de marzo de 2012

Respecto al proyecto del Ministro Zaldívar en el caso de F. Cassez


EL CASTIGO Y LA CIVILIZACIÓN

Comentario publicado en el blog de Jesús Silva-Herzog Márquez

En relación con el proyecto Cassez, asiste pronto a la razón el argumento de responsabilidad política (que no legal) del ministro Zaldívar. Remontándonos al caso de la Guardería ABC, Zaldívar es coherente y consistente con la necesidad de generar responsabilidad política y legal en el accionar de las autoridades administrativas. Ello lo replica en el affaire Cassez.

En contrapartida, es claro el argumento que expone Manuel García Rendón, en la fase acusatoria no es posible, por simple congruencia mental, acusar a quien se presume inocente; para ello deberíamos contar con una forma acusatoria del tipo: "Señor juez, presento ante usted a "fulano" para que lo procese por el delito de "x", lo presumo inocente, sin embargo, como "perengano" lo vio, "sultano" lo escuchó y el mismo lo confesó, la ley me obliga a presentárselo". Esa forma resulta incoherente al más básico proceso racional. Presunción es sinónimo de creencia, inferencia, deducción, confianza en, ¿cómo puedo acusarte si creo o deduzco, si tengo confianza en que eres inocente?, la forma no aplica para la fase acusatoria del proceso penal. Te acuso con el juez porque te creo, porque deduzco, porque infiero, que eres presunto responsable de haber cometido "x" ilícito. Aquí Zaldívar se equivoca.

No le falta razón a Gerardo Duque: "es clara nuestra inseguridad (colectiva) ante presiones extranjeras. Es posible ajustar la sentencia, sin desechar todo por tecnicismos. No caigamos en maniqueísmos."




LEER PARA PENSAR, ENTONCES EXISTIR


Aversión al Debate.

Tarde, han pasado casi dos meses desde su publicación, me he encontrado con un comentario de Jesús Silva-Herzog Márquez en su blog. La tardanza no le resta importancia, muy al contrario, reconoce, vía el retome tardío, lo vital que encierra el análisis.

Consistente es mi insistencia en el aula universitaria, respecto al contenido de referentes que conlleva cualquier conceptualización en el terreno de las ciencias sociales. La Democracia, como categoría política, debe ser analizada bajo el rigor lógico de las ciencias y siempre ser referenciada a sus elementos esenciales, a saber: participación, deliberación y consenso. La falta, ninguneo o seria afectación a cualquiera de los referentes, implican un cambio de categoría, es decir, estaremos hablando de “algo” distinto a la democracia, no de ella.

En éste sentido reviste importancia lo comentado por el maestro Silva-Herzog Márquez: “La aversión a la polémica no es, desde luego, un vicio exclusivo de la clase política. El repudio es nacional. Es infrecuente entre nosotros que el desacuerdo sea un juego de inteligencia, de razón y, por supuesto, de humor. Una partida que acepta y anticipa la jugada del otro, es decir, que reconoce su derecho a la réplica. Un juego que entiende que la discrepancia implica rivalidad pero no es una declaración de guerra. Discutir parece actividad de mal gusto, una agresión, una insolencia. Debatir es arruinar la fiesta de lugares comunes, vaguedades, evasivas y demás tributos a la falsa fraternidad. La aversión a la polémica nos lleva, así, de la etiqueta más barroca a la riña más pedestre.

¿Dónde queda entonces la democracia cuando la sociedad que pretende erigirse como demócrata, rehúye el debate, siente pánico ante la posibilidad de tener que, o el deber de debatir? ¿Queda reducida sólo al espacio de la política profesional? NO. En México la democracia no es en realidad en el sistema o régimen político, prueba de ellos son la propia Constitución Federal y las leyes electorales, que en lugar de propugnarla la inhiben, obstaculizan y aún, la suprimen. Sin deliberación, sin debate público, un régimen político es algo muy distinto a la esencia del ser democrático.

Para la lectura completa del cometario:

jueves, 1 de marzo de 2012

LEER PARA PENSAR, ENTONCES EXISTIR


Voto razonado y elecciones auténticas. De John M. Ackerman

Dos puntos fundamentales a resaltar:

1) Sentencia el investigador el IIJ-UNAM: “La mera celebración de elecciones no es suficiente para legitimar el ejercicio del poder público.” 

Éste es uno de los temas, si no es que el tema, más escabroso de la teoría democrática. Afirmar, o pensar, que es mediante elecciones periódicas y libres como se conforma una democracia, no es más que una corta pretensión. En la democracia intiman tres rasgos esenciales, a saber, deliberación, participación y consenso, el voto activo, ejercicio de elección de gobernantes, es sólo uno de los aspectos de la participación, no implica, sin embargo, todo el espectro de la misma, aquí se desarrollan los procesos de formación y toma de decisiones mediante plebiscito y referéndum, por ejemplo.

2) Exige, por otro lado que el organizador del proceso electoral genere condiciones que fomenten, de nueva cuenta, la participación, pero también la deliberación, y no sólo entre los actores políticos activistas, también entre los ciudadanos: “El IFE existe no solamente para contar boletas electorales, sino también para facilitar un contexto de participación y exigencia ciudadanas que obligue a los candidatos a rendir cuentas a la sociedad y a proporcionar suficiente información para el ejercicio de un voto razonado.” …  “el IFE también debería… convocar a debates ciudadanos sobre la problemática nacional. No hace falta que esté presente ninguno de los candidatos para que los ciudadanos reflexionen sobre la coyuntura y analicen las propuestas de los partidos.” 

Puede leerse el artículo de John M. Ackerman, en Proceso: http://ht.ly/9lTbq o seguirle en Twitter: @JohnMAckerman